lunes, 18 de junio de 2007

CONGRESO EN CASTRIL






CASTRIL, EMPANADAS Y MAGDALENA

Esto ya eran palabras mayores, tres días, dos noches, 24 personas. Un larguísimo trayecto desde Sevilla; penoso e intrigante desde Castril hasta el Cortijillo, por pistas y sendas impracticables, de noche, sin luz ni luna, era imposible que allí hubiera algo con vida, algo para vivir… Y lo hubo, la perseverancia siempre tiene premio (sobre todo, si lo has contratado antes). Fue el 16, 17 y 18 de febrero de 2007, nuestra primera convivencia.

La distribución por casas venía ya hecha, pero como somos tan curiosos quisimos ver cómo y dónde vivían los otros; “pues la mía sólo tiene un baño, pues esta tiene un salón muy grande, ¿y yo porqué tengo que dormir en esta habitación…”, menudencias que se diluyeron en un conjunto armonioso y expectante. Cenas, duchas y a la cama.

Por la mañana Tere, Isi, Toñi y Manolo salieron de Sevilla. Como viajaron de día, vieron a plena luz los fantásticos pantanos que preludian Castril. Una vez en el Cortijillo, inspeccionaron las casas y encendieron las chimeneas (detalle que los que llegamos tarde jamás olvidaremos). Se preocuparon y todo por la tardanza de los demás, pero es que el carrilillo de los testículos se las traía. Aún hubo gente que no legó hasta las 02.30 de la madrugada.


LA EMPANADA

Esta montaña de abrupta topografía presenta una vegetación con interesantes endemismos botánicos de muy reducida distribución, pero también encinas y quejigos en humedades y, más arriba, pinares. La fauna, que apenas pudimos ver, es de Buitre leonado, nutrias, muflón y cabra montés.

A las 9 de la mañana casi todo el mundo estaba casi preparado para iniciar la marcha siete u ocho horas de subida. Tras llanear por la ribera del Castril, iniciamos una fortísima ascensión en la que, como los ejércitos en retirada, hay bajas, paradas, “no puedo más, ¡seguid sin mi!”, y sentencias parecidas. Ganamos un llano de pasto con dos cabañas para descansar. Nos dirigimos luego al Barranco del Túnez. Llueve en el trayecto, pero la vista es espectacular. Un montañero que viene de regreso nos aconseja que desistamos, que se esta metiendo mucha niebla por la Empanada; tres compañeros regresan con él hasta el Cortijo.
Los demás bajamos hasta el Barranco hasta igualarnos con el río. Empieza a lloviznar levemente, pero seguimos junto al río hasta que se estrecha y comenzamos a subir; ya casi se ve La Empanada pero nos queda aún mucho esfuerzo. La niebla cae con mas fuerza y el grupo se divide: unos se quedan a comer y otros siguen un poco más.

El grueso del grupo regresa. La lluvia era fina, aunque persistente; caía la oscuridad; el otro grupo subió algo más y paró para comer, pero no logró llegar a la Cabaña del maestro ni divisar La Empanada; regresó también entre nieve y lluvia: nos juntamos todos en el río Castril, donde había un rebaño de ovejas, cuatro de las cuales acababan de parir; nos produjo cierta ternura los cabritillos con el cordón umbilical colgando de la barriga. La Empanada se nos resistió, pero prometimos volver.

Tras duchas y reparaciones personales, chistes y risas al calor de la lumbre, café aquí, visita allá. Gran cena homenaje en el Cortijo y fiesta en la casa grande hasta la madrugada: salsa, flamenco, tecno, sudores, guiños, buen rollo, buen broche para un buen día.


NACIMIENTO DEL CASTRIL / CERRADA DE LA MAGDALENA

El domingo estábamos cansados: de la ruta y de la marcha, pero hicimos, como estaba programado, dos rutas cortitas, pero bellísimas. Rehacemos parte del inicio de ayer junto al río, para remontarlo hasta su nacimiento,
una explosión de cascadas, espuma de caprichosas formas y sonidos inauditos sobre un lecho de piedras blancas con tonos esmeralda; todo caía de una pequeña laguna, pero cobraba una fuerza impresionante, un gran espectáculo con el que nos obsequió la naturaleza. De regreso nos nevó un poco, hacía mucho frío, pero la belleza que llevábamos impregnada esa nuestro mejor escudo.

El grupo se divide nuevamente en dos, uno deciden volver a comery regresar ya a Sevilla; otros prosiguen hacia otra Maravilla: La Cerrada de La Magdalena: cuatro cascadas verticales en forma de cola de caballo que caen entre dos enormes moles de piedra, quizá separadas de un todo único por Heracles, como aperitivo a una de sus 12 pruebas. Se accede por una pista jalonada de pinos y te la encuentras ahí delante, de pronto, una descomunal pared rojiza hendida por el agua de la vida.

Volvimos a Sevilla con el resol de la tarde, cobrizos y fortalecidos, como en un ensueño, en silencio.

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