lunes, 18 de junio de 2007

PINZAPOS BLANCOS





EL PINSAPAR NEVADO

El 28 de enero de 2007, cinco valientes y valientas nos aventuramos al Pinsapar de Grazalema. Junto a otra reserva en los montes Urales, es la mayor de Europa por su privilegiada ubicación en la falda de una sierra a la que apenas ilumina el sol. El comienzo del grupo, en 14 de enero, fue una mezcla de tropel y curiosidad; luego se fue aligerando, ahora se reduce, pero no se agota: son las corrientes normales de un arroyo manantial.

Fue un fin de semana tempestuoso, lluvioso y níveo, las tormentas habían blanqueado la sierra de Cádiz y muchos de afuera quisieron verlo: resultado: atasco permanente en la carretera de Grazalema a Benamahoma. Por tanto la Guardia Civil no dejaba pasar, lo que nos obligó a hacer la ruta al revés, casi toda de subida, con nieve y placas de hielo entrando ya en el inmenso abetal. Son 400 hectáreas de pinsapos, abetos relictos de los bosques de coníferas del terciario cobijados en la ladera norte de la sierra del Pinar.

A medida que subíamos sorteábamos la nieve como saltando sobre mantos de armiño que, paradójicamente, no aliviaban el frío cortante que nos envolvía. En lo más alto del Pinsapar tuvimos que virar 180º, en bajada, pues los coches estaban en Benamahoma. En un llano casi congelado paramos a comer rápido y de pie, y mas rápido bajar, hasta llegar al pueblo: las nubes caían envolviéndonos, mezclándonos con el paisaje y confiriendo a la escasa fila una atmósfera romántica y fantasmal: Abajo, ya fuimos de lo general a lo concreto: tarta de queso y café, en torno a los cuales, nos recuperamos, comprobamos que teníamos menos arrugas que al principio, que éramos igual o menos de jóvenes, y preparamos las 4 º Jornadas, que serían a El Torreón.

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