jueves, 13 de septiembre de 2007

CÁDIZ, EL PUERTO, NOCHE DE SAN JUAN




ALBERTI QUEMA EL JUANILLO CON QUEIMADA

Aquí ocurrió una discrepancia entre los deseos y las realidades: todos querían ir, pero sólo fuimos José Luis “Pirata”, Toñi “Poder”, Carlos “Poli”, Carlos “Autoridad” y Tere “Jefa”. Esta, más que mix, fue Remix, un verdadero abanico de actividades, como “Las Aventuras de los Cinco” que leíamos de chicos, caminata, playa, cultura, gastronomía, fiesta tradicional y esoterismo. Y botellón.

Fue el fin de semana de 23 y 24 de junio. Autoridad, que aunque viva en Sevilla, se confiesa “gadita”, condujo la ruta: desde Cortadura hasta el centro de Cadiz y luego al puerto, y luego a El Puerto. Caminamos 11
Kilómetros en total, destripamos Cádiz, sus calles, barrios, parques, historias, tabancos, abacerías, murallas, playas, La Caleta, La Viña, El Mentidero, los Callejones, El Pópulo, Santa María, en fin, el Paraíso.

A las 12.00 tomamos el vapor “Adriano III”, el célebre Vaporcito del Puerto; lo cogimos de milagro, ya se iba, pero Carlos jaló de las maromas hasta que saltamos a su interior; la gente no aplaudió por la carrera y por la toma. La mar estaba picada y el vapor se movía, en su vaivén nos mojaba, tuvimos que subir al primer piso, somos tan revoltosos que llamamos la atención del pasaje, tratamos con varias familias, una de Málaga y otra Americana, esta última estaba haciendo un reportaje fotográfico del Camino de Santiago, al vernos con mochilas nos preguntaron. Autoridad trató con ellos, muy simpático el grupo, nosotros también les hicimos algunas fotos y nos intercambiamos los e-mail con intención de establecer una amistad transoceánica.

Llegamos a El Puerto de Santa María a tiempo para ver la Casa Museo de Rafael Alberti; teníamos cita concertada y, sin prisas, nos sumergimos en el recuerdo y la memoria de uno de los mayores poetas de la Generación del 27, “Marinero en Tierra”, cantamos en nuestro interior “A Galopar”, “Se equivocó la Paloma”, “nunca vi Granada”.

Despues de alimentar el alma nos dedicamos al cuerpo, cerveza con zamburiñas, un molusco gallego que algunos desconocían, y paseo por las calles del Puerto de Santa María hasta otro emblemático lugar que tods conocíamos, al igual que su variedad de moluscos: Romerijo. Apetitoso almuerzo, brindamos por nosotros y por los ausentes. A las 17.45 tomamos el vaporcito de regreso, nos esperan Cádiz y sus Juanillos.

Gran expectación en las plazas gaditanas esa noche, nosotros elegimos la de la Catedral por estar mas cerca del paseo marítimo; Los Juanillos son una tradición gaditana que preludia la Noche de San Juan; son unos muñecos en actitudes y con mensajes críticos, a los que se da fuego para quemar lo que no nos gusta, lo malos rollos, los malos pensamientos; nosotros quemamos unos papelitos en los que escribimos aquello de lo que queríamos deshacernos. Regresamos andando a Cortadura; un vientecito de Levante quería jorobarnos la noche, pero nosotros jorobamos al dios del Viento abrigándonos junto a una de las murallas.

Comimos fruta y a las 00.00 horas iniciamos el ritual: entramos en el mar siete veces de espaldas para purificarnos y para llamar a la fertilidad. Luego, junto al muro, rodeados de otros y otras sanjuaneras que también pasarían allí la noche, preparamos la Queimada: en una marmita de barro se mezcla orujo con azúcar, limones, naranjas y granos de café; se le a fuego y, mientras se quema, recitamos el Conjuro con silencio y ojos sorprendidos a nuestro alrededor. Una patrulla de la policía local, que en la noche parecía el Halcón Milenario de Star Wars, se detuvo; un agente no dijo: “está prohibido hacer fuego”. La Jefa reaccionó con naturalidad: “No es fuego, es una queimada”; “ah, no es fuego, vale, perdonen”, y se fueron.

Deliciosa, rica rica, e invitamos a los vecinos. Entre sorbo y sorbo la terminamos; luego hubo charletas con la vecindad y sobre las 5.30 nos embutimos en los sacos y a dormir. Eran algo más de la 9 de la mañana cuando abrimos los ojos a un esperado verano que se presentaba caluroso; mañana de playa, almuerzo en chiringuito y regreso a Sevilla llenos de experiencias compartidas.

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